El aceite que cada día se usa para freir alimentos se puede convertir en combustible para automóviles. Es lo que se denomina biodiésel de tercera generación y es una de las últimas apuestas de la Refinería de Cepsa en Santa Cruz de Tenerife que ha logrado, con sus mismas infraestructuras, generar biodiésel con un alto rendimiento. Ante esta novedad, el director de la Agencia Canaria de Desarrollo Sostenible y del Cambio Climático, Faustino García Márquez, aplaudió ayer esta iniciativa y valoró especialmente que es "una forma de hacer biodiésel que no afecta a productos que puedan tener una derivación alimenticia". Además, Márquez, insiste en que utilizar aceites de consumo para esto "sirve de reciclaje" porque se trata de un residuo altamente contaminante y que produce muchas averías en las plantas depuradoras cuando se elimina por el sistema habitual de aguas en vez de llevarlo a un punto limpio o a un gestor autorizado del residuo.