Cada vez cobra más fuerza una corriente en contra que cuestiona su viabilidad y su impacto medioambiental y social.Organizaciones ecologistas y humanitarias, expertos en energía y algunos países europeos alientan la polémica en torno a estos carburantes, que se obtienen a partir de maíz, sorgo, caña de azúcar, remolacha o cereales como trigo o maíz (bioetanol) o de aceites vegetales usados o sin usar (biodiésel).Sus detractores les acusan de ser responsables del reciente aumento del precio de los alimentos y, de esta forma, de contribuir a incrementar el hambre en el mundo.Denuncian, además, su impacto sobre la pérdida de biodiversidad y la deforestación, ya que muchos bosques tropicales están perdiendo terreno a favor del cultivo de materias primas dedicadas a su producción.