Los ganaderos canarios han dicho «basta». Se les ha acabado ya el margen, la paciencia, el optimismo. Las deudas afloran, las ayudas escasean. Los dineros que llegan se devuelven a Europa por culpa de errores administrativos inexplicables. Irrumpen los lamentos y con ellos una reflexión generalizada: el sector primario languidece. Los atributos que han alimentado a generaciones de isleños se van con él a la tumba.
«Hay gente que viene de otros países para comprar quesos de Canarias, pero parece que lo que prima aquí es beneficiar a los productos que se traen de fuera», prosigue. Ponce habla de una extraña afección de las administraciones canarias a ignorar un trabajo valorado fuera de las Islas. Se refiere concretamente a una subvención que reciben los productores foráneos por introducir su mercancía aquí. «El Gobierno de Canarias les da un cheque-regalo, por valor de 500 euros la tonelada. Un contenedor trae entre 18 y 20 toneladas. Así que reciben 10.000 euros. El mercado es libre. Pero nos parece inmoral que se premie a estos señores porque sólo con las subvenciones ya pueden vender el queso a precio de costo. ¿Acaso nos van a pagar a nosotros en Alemania por llevar nuestro queso allí?»