El futuro de las ciudades está en el cielo y no en la tierra. Así lo consideran varios arquitectos de todo el mundo, entre ellos, varios españoles. Su propuesta: construir rascacielos gigantescos, capaces de alcanzar y hasta superar los mil metros de altura y albergar a 100.000 personas. Serían auténticas ciudades verticales, ya que ofrecerían a sus habitantes casa, trabajo y zonas de compras y ocio de todo tipo. Sus defensores aseguran que el medio ambiente saldría beneficiado, gracias a una menor ocupación de la naturaleza, un menor consumo de recursos naturales y una reducción de la contaminación.