Bruselas se resiste a dar una nueva vuelta de timón a la política agrícola común, dirigida en los últimos años a eliminar las montañas de excedentes de cereales y leche y que se enfrenta ahora a un panorama muy distinto, marcado por la escasez de cereal en Europa y un alza generalizada de los precios en los mercados internacionales que no tiene visos de cambiar a corto plazo. La respuesta de la Comisión Europea es invariablemente "más mercado y menos restricciones" a la hora de cultivar, un enfoque liberal que llega después de años incentivando el abandono de la actividad y que suscita dudas ahora en países como Francia o España. La carestía de los alimentos, combinada con los altos precios del petróleo, ha sumado casi un punto a la inflación de la UE, que en enero se disparó hasta el 3,2%.