La Aldea ya no es ni por asomo aquel pueblo que contagiaba alegría y optimismo. El escepticismo y el silencio del parado lleva camino de hacer desaparecer para siempre el madrugador bullicio de centenares de aparceros entrando a los invernaderos.
El sobreendeudamiento, las hipotecas, los virus, las plagas y falta de adaptación del sector a las exigencias del mercado con un pérdida continua de competitividad está destruyendo a pasos agigantados la única fuente de ingresos de los aldeanos.
El sobreendeudamiento, las hipotecas, los virus, las plagas y falta de adaptación del sector a las exigencias del mercado con un pérdida continua de competitividad está destruyendo a pasos agigantados la única fuente de ingresos de los aldeanos.