Son múltiples los signos de que como humanidad tendremos a muy corto plazo retos sin precedentes a los que enfrentarnos.
El planeta sufre alteraciones que nos están llevando al borde de una catástrofe ambiental y humanitaria, grandes extensiones de la cubierta vegetal y tierras agrícolas se ha degradado o desaparecido, produciéndose inmensas pérdidas de ecosistemas, suelos, agua y oxígeno.
Se vislumbra como inminente el “pico del petróleo”, con sus consiguientes ajustes económicos y sociales; desplome del mercado de trabajo, crecimiento de la pobreza, inseguridad, marginación y la posibilidad de conflictos permanentes por el acceso a las reservas de energía.
En nuestras sociedades, la insatisfacción, el desencanto y el sentimiento de mal-vivir es generalizado y ni la racionalidad científica, ni tantas teorías y creencias religiosas están dando solución.
No parece haber manera de que lleguemos a revertir esta situación y a una sociedad justa y sostenible, sin abordar el tema como COMUNIDAD, desechando el autoengaño y el discurso sin acción de la cultura parasitaria en que vivimos.
La dinámica natural nos enseña que la clave de la vida esta en la redistribución de la energía solar en los ecosistemas complejos, en la cooperación sinérgica que produce activa la creación y es así como la vida cultiva a la vida.
Imitando a la naturaleza, personas y comunidades de todo el mundo se están uniendo, asumiendo la responsabilidad de impulsar y ser parteros de una nueva cultura “eco-sinérgica”.
Referencia de ello son las ECO ALDEAS, muchas de ellas asociadas en un gran movimiento internacional, en España en la Red Ibérica de Eco Aldeas (RIE) y globalmente al GEN (http://www.gen-europe.org/).
El planeta sufre alteraciones que nos están llevando al borde de una catástrofe ambiental y humanitaria, grandes extensiones de la cubierta vegetal y tierras agrícolas se ha degradado o desaparecido, produciéndose inmensas pérdidas de ecosistemas, suelos, agua y oxígeno.
Se vislumbra como inminente el “pico del petróleo”, con sus consiguientes ajustes económicos y sociales; desplome del mercado de trabajo, crecimiento de la pobreza, inseguridad, marginación y la posibilidad de conflictos permanentes por el acceso a las reservas de energía.
En nuestras sociedades, la insatisfacción, el desencanto y el sentimiento de mal-vivir es generalizado y ni la racionalidad científica, ni tantas teorías y creencias religiosas están dando solución.
No parece haber manera de que lleguemos a revertir esta situación y a una sociedad justa y sostenible, sin abordar el tema como COMUNIDAD, desechando el autoengaño y el discurso sin acción de la cultura parasitaria en que vivimos.
La dinámica natural nos enseña que la clave de la vida esta en la redistribución de la energía solar en los ecosistemas complejos, en la cooperación sinérgica que produce activa la creación y es así como la vida cultiva a la vida.
Imitando a la naturaleza, personas y comunidades de todo el mundo se están uniendo, asumiendo la responsabilidad de impulsar y ser parteros de una nueva cultura “eco-sinérgica”.
Referencia de ello son las ECO ALDEAS, muchas de ellas asociadas en un gran movimiento internacional, en España en la Red Ibérica de Eco Aldeas (RIE) y globalmente al GEN (http://www.gen-europe.org/).
DANIEL IBARBURU
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