El monumental fracaso de de la Cumbre de la FAO pone de relieve una vez más la decisiva influencia de las grandes multinacionales de la agroexportación sobre los organismos internacionales y los distintos Gobiernos. Una vez más, todo ha quedado en una mera declaración de intenciones que obvia las razones de fondo de la crisis alimentaria y agraria y propone como receta una mayor liberalización de los mercados agroalimentarios, ignorando los serios desajustes alimentarios que ha provocado la ausencia de mecanismos de regulación. Las políticas de ajuste estructural impuestas por el Banco Mundial y el FMI, el acuerdo de la OMC en agricultura y el paradigma del libre comercio han minado las economías locales y nacionales, erosionado el medio ambiente y han dañado los sistemas locales de alimentación, llevándonos a la crisis alimentaria de hoy. Hemos podido comprobar como la imposición de monocultivos destinados a la exportación a bajo precio dan como resultado el hambre, la ruina y desplazamiento masivo de millones de campesinos en países empobrecidos y la reconversión continúa en Europa.