La humanidad está tomando conciencia de una situación prenunciada: en los próximos años, el mundo padecerá la escasez de alimentos. Productos más caros, menos oferta de trigo, de maíz, de arroz, una agricultura llevada hacia otros intereses; malnutrición, indigencia, daños al medio ambiente... Una lista de temas que hizo que las Naciones Unidas, a través de la FAO –el principal organismo internacional para la alimentación y la agricultura–, alertara sobre la conveniencia de poner la atención en un tubérculo milenario que fue históricamente la base de la dieta de los pueblos andinos: la papa.Generación tras generación, los habitantes de las zonas cordilleranas retransmitieron los secretos de esas tierras, que dieron más de 5000 variedades de papa. Con excelentes valores nutricionales, un rápido crecimiento, abundante producción con bajos insumos y capacidad de adaptarse a todos los climas, fueron apareciendo variedades resistentes que hoy pueden sobrevivir en condiciones de baja humedad (la falta de agua es otro problema para el planeta) y contribuir a paliar el hambre y la pobreza en el mundo. Al mismo tiempo, es un alimento que puede hallarse en cualquier carta de un restaurante de lujo.Este es el Año Internacional de la Papa. Así lo estableció Asamblea General de las Naciones Unidas, y se inició oficialmente en octubre último.Durante 12 meses y en los cinco continentes, se desarrolla un activo almanaque asentado en actividades culturales, científicas, tecnológicas, económicas y de divulgación. En nuestro país, habrá un encuentro en diciembre, en Mar del Plata, que culminará con una competencia gastronómica.Con alma de mujerLa FAO afirma que el género tiene particular relevancia para la papa: en las regiones en que se la cultiva, las mujeres desempeñan una función decisiva en la conservación, selección de semillas, siembra, cosecha, almacenamiento y comercialización. Las campesinas aportan casi la totalidad de la mano de obra, con aptitudes inimitables para la domesticación de la papa silvestre y la adaptación de las nuevas variedades. Las investigadoras Regina Laub y Giulia Muir, de la división Equidad y Empleo Rural de la FAO, señalan que la finalidad del plan de acción de ese organismo es profundizar las políticas rurales y agrícolas con intervención de ambos sexos, a fin de promover la igualdad de oportunidades.