Ahora, después de décadas de soledad de agricultores y ganaderos, las autoridades competentes, animadas por las subvenciones europeas, que si no se usan para el fin al que están destinadas se pierden, llaman a acortar la enorme dependencia alimentaria del exterior que presentan en este momento las Islas. Y lo dicen ahora, cuando los cultivos locales sólo cubren poco más del 20% de la demanda del mercado isleño en productos frescos y en los procesados, menos del 5%. Ha habido abandono, y ha sido doble, repetimos. El dinero que fácil viene, fácil se va. Esa es la factura que están empezando a pagar las Islas por el turismo, un recurso al que debemos el actual nivel de bienestar de tinerfeños y canarios en general, pero que no se ha sabido administrar con cabeza.