lunes, 29 de noviembre de 2010

El kéfir

Es una bebida cremosa, similar al yogur, de origen caucasiano. La longevidad de los pueblos que tradicionalmente lo han consumido, lo popularizó en Europa desde principios de siglo. Actualmente, en nuestro país lo toman especialmente quienes trabajan en el sector sanitario, ya que estimula nuestro sistema de defensas.

Kefir no es lo mismo que yogur...


A pesar de que es similar al yogur, la diferencia principal entre el proceso de fermentación del kéfir y del yogur estriba en que el primero fermenta la leche mediante una reacción lacto-alcohólica (la lactosa de la leche se transforma en ácido láctico y se produce anhidrido carbónico y alcohol, este último en una proporción inferior al 1%), mientras que la del yogur es sólo láctica (sólo se transforma la lactosa en ácido láctico).
Propiedades nutritivas

La fermentación del kéfir permite descomponer la leche en nutrientes más simples haciéndola más digestiva y tolerable por personas que sufren de intolerancia a la lactosa. También aporta microorganismos que regeneran la flora intestinal y compiten eficientemente contra las bacterias patógenas de nuestro intestino.

Esto permite tomar el kéfir sin necesidad de hervir o esterilizar la leche en su elaboración, de forma que permite aprovechar todas las propiedades beneficiosas de la leche cruda.

Proceso de elaboración y conservación

El kéfir se elabora artesanalmente y no soporta los procesos industriales, por ello, lo ideal es utilizar una leche no industrializada, si es fresca mejor que pasteurizada o UHT.

En un recipiente de cristal de un litro con cierre hermético, bien limpio, se vierten ¾ litro de leche y se pone una cantidad de kéfir de aproximadamente del tamaño de un limón.

Se deja reposar 24 horas en la parte menos fría de la nevera y posteriormente se cuela con un colador y se toma la bebida.

Si se deja más de 24 horas, la bebida adquiere un sabor más intenso, ácido y astringente.

Tras enjuagar ligeramente el tarro se pone más leche y de nuevo los nódulos de kefir.

Debido a que se trata de un organismo vivo, estas operaciones harán que los nódulos de kéfir aumenten de tamaño con el paso de los días.

Si vamos a salir de vacaciones y no tenemos posibilidad de llevárnoslo con nosotros, podemos dejarlo 3 ó 4 días en agua con azúcar en la nevera. Si vamos a estar más tiempo, será necesario escurrirlo bien, secarlo y congelarlo, de esta forma aguanta varios meses. No obstante, después se deberá descongelar muy poco a poco, poniéndolo previamente en la nevera y si es posible, rehidratarlo con agua mineral y azúcar unos días antes de dejar que produzca la bebida fermentada. Después de este proceso de congelación, se observa que el kéfir no crece al mismo ritmo que lo hacía anteriormente, los primeros días con leche se puede dejar más de 24 horas.

¿Cómo tomarlo?

El kéfir permite múltiples posibilidades culinarias, desde tomarlo como leche fermentada, el líquido obtenido después de colarlo, como hacer batidos con hortalizas, frutas, con germen de trigo y miel en el desayuno, hasta elaborar exquisitas cremas de queso. Para elaborar la crema de queso, debemos dejar la leche fermentada sobre un trapo de sábana puesto sobre un colador con un recipiente debajo que recoja el suero que se desprende de la leche kefirada. A las 24-36 horas obtendremos sobre el trapo una crema de kéfir, que con un poco de buen aceite de oliva y sal, será una crema base que puede ser combinada con nueces (queso de nueces), aguacate, ajo y perejil, finas hierbas, etc.

Fuente: Eroski Consumer